viernes, 31 de mayo de 2013

“El día más feliz de mi vida fue cuando volví a España”



Aunque las motivaciones que llevan a emigrar a un joven actualmente son distintas a las de hace 50 años, en ambos casos supone una experiencia traumática que muchos no logran superar. 


“Me fui porque aquí no tenía oportunidades”. Esta es la frase que más repiten miles de jóvenes españoles que deciden emigrar en busca de un futuro mejor. “Hay que salir fuera y trabajar en lo que sea. Por uno mismo y por la familia”, reiteran como si de un mantra se tratara.










España tuvo su primer boom de emigración en los años 60. Eran muchos los que hacían la maleta y partían a Noruega, Bélgica, Francia y, sobre todo, Alemania, atraídos por sus bajas tasas de paro y su expansión industrial. Según las cifras oficiales del Instituto Español de Emigración (IEE) entre 1959 y 1973 emigraron al continente europeo más de un millón de personas (1.066.440).

Eran, entonces, jóvenes de escasa formación que soñaban con prosperar en alguna de las miles de fábricas europeas, ahorrar y volver a España con una cantidad considerable de dinero en el bolsillo. La vida que llevaban allí era espartana. Dormían, en muchas ocasiones, en barracones dentro de las propias empresas, no salían y sus momentos de ocio se reducían a escuchar la radio con sus compañeros y a ir al cine una vez al mes.

“Yo fui de los primeros en llegar a Alemania, el español número 14. Yo me integré perfectamente aunque lo cierto es que los alemanes son muy suyos”, comenta Enrique, un jubilado de 80 años que se trasladó a Alemania en 1957.

Su mujer, Antonia, cuenta que no tuvo buena experiencia en ese país. “Me sentía muy sola. Me dio mucha pena dejar a mi familia pero confiaba en que una vez allí las cosas irían mejor. Vivía en una habitación alquilada con derecho a baño y cocina. Cuando la casera vio que me había quedado embarazada de mi primer hijo nos puso las maletas en la puerta a las doce de la noche. Fue humillante”, relata consternada.

Ellos, como tantos compatriotas, regresaron a España al cabo de unos años. Para Enrique fue un momento triste. “Echaba de menos aquello. He vuelto muchas veces y sigo conservando amistades de aquella época”, se enorgullece. Para su mujer, en cambio, fue un alivio regresar a su tierra. “El día más feliz de mi vida fue cuando volví a España. Dicen que ahora las cosas son distintas pero si mi hijo fuera a emigrar le aconsejaría que se lo pensara mucho”, sostiene.

65.000 jóvenes han emigrado en 2012

Con la crisis actual la historia parece repetirse y muchos jóvenes miran a Europa con ojos esperanzados. Entre enero y junio de 2012 más de 65.000 españoles de entre 24 y 30 años han salido de España huyendo del 25% de paro. Estos nuevos emigrantes tienen tres perfiles muy definidos: jóvenes muy preparados con excelentes calificaciones académicas, jóvenes latinoamericanos con doble nacionalidad que retornan a su país, y otro grupo variado de personas que han agotado sus prestaciones y que aprovechan la libre circulación por la UE para buscar trabajo.

Es el caso de Inés. Estudió filología hispánica y no conseguía encontrar trabajo. Cansada de estar en su casa decidió contemplar la posibilidad de salir fuera. “A través del Ministerio de Asuntos Exteriores encontré una beca para enseñar español en un colegio alemán. No me lo pensé dos veces”, recuerda.

Los emigrantes de antes prescindían de todas las comodidades para poder ahorrar dinero con el que volver a España. Ahora la situación ha cambiado. Los jóvenes buscan vivir bien en otro país y muchos cuentan con el apoyo económico familiar desde España. “Cuando me fui estaba nerviosa pero emocionada. Tardé un mes en encontrar un piso que se adaptara a mis necesidades. Echaba de menos a mis padres pero hablaba por Skype todos los días con ellos”, sostiene sonriendo.

“En el colegio en el que trabajaba me trataron muy bien. Me sentía como una más. Me dio mucha pena volver y regresaré en cuanto pueda. Es una experiencia que le recomiendo a cualquiera”, afirma con vigor.

Emigrar es siempre una experiencia traumática

“Hay motivos externos y manifiestos para emigrar, como la falta de trabajo, pero también existen factores inconscientes, como un acto de rebeldía frente a una sociedad que no les da salida para afirmarse y una búsqueda para encontrar una identidad más firme”, señala Antonio Péraz, un afamado psiquiatra.

Por su consulta han pasado muchos chicos que han vuelto desde otros países incapaces de afrontar el estar fuera de su casa.

”La emigración es siempre una experiencia traumática, independientemente de la época histórica. Aunque las motivaciones actuales son distintas a las de hace 50 años, ambos necesitan un periodo de duelo por la pérdida que supone dejarlo todo atrás. La elaboración de este duelo dependerá de cómo haya gestionado otras situaciones relacionadas con hacerse independiente de las figuras paternas”, continúa el experto.

“La emigración necesita de un esfuerzo que algunos logran realizar y otros no.
 Las nuevas tecnologías ayudan a aliviar la soledad que hay que soportar al principio de cualquier emigración. Una vez se consigue la adaptación, muchos sufren el proceso inverso: el miedo patológico a volver”, concluye el psiquiatra.






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